El día de las caraotas con cochino, Roberto Rossi y Antonio Masseli pasaron temprano por mi casa, mientras tomábamos el café les comente lo que se venía planeando desde hace tiempo para reunirnos. Todo esto se debe a una puntada de culo que traen hace días Gerardo Navarro y Oscar Lugo (agua santa),! me imagino debe ser una de sus recetas extraídas de la televisión por cable. Luego de despedir a los amigos me dispuse a rastrillar el patio, quemar la hojarasca y dejar la leña apilada, todo quedo listo para esperar al chef (agua santa) y a los invitados quienes sin dificultad los inventarié mentalmente por el recuerdo de otros años.
Ese día, muy temprano, aún de madrugada, gracias a internet ya estaba enterado lo de mi escrito: Había sido publicado en uno de los diarios donde acostumbro a escribir en mi querida Maracay, así, luego de echarme el consabido baño en el perolón del topochal, en la bicicleta me fui al kiosco no sin antes echarle una mirada al reloj del celular, eran las nueve de la mañana del sábado 27 de diciembre, así que me dispuse a salir en busca de mi escrito. Como ya es costumbre pedí tres ejemplares, uno para mi mama, otro al archivo y el familiar, estando frente al kiosco y con avidez releía mi trabajo, algo muy fuerte me hizo girar la vista, se trataba de una señora de ojos verdes de mediana edad, quien muy elegantemente vestida con taller verde esmeralda, zapatos de tacón alto, blancos y bufanda igual en el cuello, aún no dejaba de mirarme, perturbado camine hacia ella acercándole el periódico, como invitándola a leer, le dije: si éste es un artículo que me publican, se trata, tú sabes!, como iba a saberlo si aún no me quitaba la vista de encima, acrecentándome los nervios le estreche su mano, sintiendo el frio calar hasta mis huesos, le dije: me llamo Virgilio, igual como dice aquí, para darle apoyo a mi palabra señalando con el índice, debajo del título: “ Las Caraotas De Agua Santa A La Leña “,! ah hola Virgilio soy Matilde Benavides, tengo muy poco tiempo por aquí, ah qué bien¡ bienvenida , le conteste. Yo también soy vecino aquí en Calicanto, precisamente el condumio al cual hago referencia en mi escrito lo vamos hacer aquí en la urbanización el día de hoy, es algo muy sencillo por lo general acostumbramos hacerlo a leña, aprovechando así la oportunidad de invitarla. Le di mi dirección: al final norte a la paralela siguiente ésta mi casa, la única sobre el cerro, ahí te esperamos Matilde, a golpe del mediodía, le dije, ya para despedirnos.
La mañana transcurrió rápido, el primero en llegar, el chef con todos sus aparejos de cocina, monto los granos que ya tenían dos días en remojo, atizo el fogón, no sin antes tomarse un trago de agua santa. Al lado del fogón improvisando un brasero puse asar un solomo Argentino (pdval) muy bueno por cierto, el cual nos sirvió de puntal, hasta esperar las caraotas. Llego la gente! David y Marisa, La doctora Benchimol. Brito el carnicero, come mono, Roberto y Antonio, Raúl y Yudit, unos nuevos amigos, solo recuerdo que ella es docente y el abogado, viven en Margarita, Gerardo, Luis el llanero, hasta completarse un buen grupo con mi familia. El vecino cheche mi hermano por encima de la cerca nos pasó unas sillas la música y se prendió la fiesta, caña… caña…. y más caña… en pleno alboroto llego Matilde Benavides, la presente, la ubique en una silla ofreciéndole algo de tomar, un whisky me dijo, sirviéndome otro para mi, entablamos una agradable conversación sobre la novela del Mexicano Carlos Fuente (La Región Más Transparente). Así en ese ambiente de camarería y chistes, servimos las caraotas, las caraotas más exquisitas que yo he comido se hicieron ese día aquí en mi casa, felicitaciones agua santa, muy buena sazón. Como toda fiesta buena, el tiempo pasa rápido, llego la noche, se despidieron los viejos amigos, también Matilde Benavides. Ya solo! me senté donde había pasado buena parte de la tarde, al lado sobre la silla había quedado el diario donde Matilde Benavides había leído mi escrito, lo tome, abrí la página, llamándome la atención una esquela a un lado del artículo, decía así: Virgilio te invito a mi entierro, mañana a las once en el cementerio Metropolitano, mi velatorio ésta siendo efectuado en la capilla gótica de la funeraria Valles. Matilde. ! Coño… me dije apurando todo el vaso de whisky, y dos más, será un mal chiste pensé, repasando su personalidad no sabía a quién llamar. En un instante estaba apersonado leyendo la cartelera de la Valles: Matilde Benavides, Q. E. P. D. El entierro se efectuara el 28/ 12 / 008, a las 11 de la mañana.-
Ese día, muy temprano, aún de madrugada, gracias a internet ya estaba enterado lo de mi escrito: Había sido publicado en uno de los diarios donde acostumbro a escribir en mi querida Maracay, así, luego de echarme el consabido baño en el perolón del topochal, en la bicicleta me fui al kiosco no sin antes echarle una mirada al reloj del celular, eran las nueve de la mañana del sábado 27 de diciembre, así que me dispuse a salir en busca de mi escrito. Como ya es costumbre pedí tres ejemplares, uno para mi mama, otro al archivo y el familiar, estando frente al kiosco y con avidez releía mi trabajo, algo muy fuerte me hizo girar la vista, se trataba de una señora de ojos verdes de mediana edad, quien muy elegantemente vestida con taller verde esmeralda, zapatos de tacón alto, blancos y bufanda igual en el cuello, aún no dejaba de mirarme, perturbado camine hacia ella acercándole el periódico, como invitándola a leer, le dije: si éste es un artículo que me publican, se trata, tú sabes!, como iba a saberlo si aún no me quitaba la vista de encima, acrecentándome los nervios le estreche su mano, sintiendo el frio calar hasta mis huesos, le dije: me llamo Virgilio, igual como dice aquí, para darle apoyo a mi palabra señalando con el índice, debajo del título: “ Las Caraotas De Agua Santa A La Leña “,! ah hola Virgilio soy Matilde Benavides, tengo muy poco tiempo por aquí, ah qué bien¡ bienvenida , le conteste. Yo también soy vecino aquí en Calicanto, precisamente el condumio al cual hago referencia en mi escrito lo vamos hacer aquí en la urbanización el día de hoy, es algo muy sencillo por lo general acostumbramos hacerlo a leña, aprovechando así la oportunidad de invitarla. Le di mi dirección: al final norte a la paralela siguiente ésta mi casa, la única sobre el cerro, ahí te esperamos Matilde, a golpe del mediodía, le dije, ya para despedirnos.
La mañana transcurrió rápido, el primero en llegar, el chef con todos sus aparejos de cocina, monto los granos que ya tenían dos días en remojo, atizo el fogón, no sin antes tomarse un trago de agua santa. Al lado del fogón improvisando un brasero puse asar un solomo Argentino (pdval) muy bueno por cierto, el cual nos sirvió de puntal, hasta esperar las caraotas. Llego la gente! David y Marisa, La doctora Benchimol. Brito el carnicero, come mono, Roberto y Antonio, Raúl y Yudit, unos nuevos amigos, solo recuerdo que ella es docente y el abogado, viven en Margarita, Gerardo, Luis el llanero, hasta completarse un buen grupo con mi familia. El vecino cheche mi hermano por encima de la cerca nos pasó unas sillas la música y se prendió la fiesta, caña… caña…. y más caña… en pleno alboroto llego Matilde Benavides, la presente, la ubique en una silla ofreciéndole algo de tomar, un whisky me dijo, sirviéndome otro para mi, entablamos una agradable conversación sobre la novela del Mexicano Carlos Fuente (La Región Más Transparente). Así en ese ambiente de camarería y chistes, servimos las caraotas, las caraotas más exquisitas que yo he comido se hicieron ese día aquí en mi casa, felicitaciones agua santa, muy buena sazón. Como toda fiesta buena, el tiempo pasa rápido, llego la noche, se despidieron los viejos amigos, también Matilde Benavides. Ya solo! me senté donde había pasado buena parte de la tarde, al lado sobre la silla había quedado el diario donde Matilde Benavides había leído mi escrito, lo tome, abrí la página, llamándome la atención una esquela a un lado del artículo, decía así: Virgilio te invito a mi entierro, mañana a las once en el cementerio Metropolitano, mi velatorio ésta siendo efectuado en la capilla gótica de la funeraria Valles. Matilde. ! Coño… me dije apurando todo el vaso de whisky, y dos más, será un mal chiste pensé, repasando su personalidad no sabía a quién llamar. En un instante estaba apersonado leyendo la cartelera de la Valles: Matilde Benavides, Q. E. P. D. El entierro se efectuara el 28/ 12 / 008, a las 11 de la mañana.-
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